Cómo organizaciones brasileñas impulsan la sostenibilidad usando drones e inteligencia artificial para proteger la selva tropical más importante del planeta.
En tiempos en los que la deforestación en la Amazonía se mide en hectáreas por hora, Brasil parece vivir una paradoja: nuestras ciencias ambientales están cada vez más avanzadas, sin embargo, seguimos fallando a la hora de convertir ese conocimiento en políticas eficaces. Parece haber una especie de ceguera nacional sobre el tema, a pesar de que las noticias alertan sobre los enormes desafíos que supone proteger el medio ambiente en relación con la explotación de los recursos naturales existentes.
A pesar de todo esto, en este escenario, dos instituciones públicas destacan como faros de resistencia científica e innovación territorial: Embrapa y el INPE. Con tecnologías de punta como drones y algoritmos de inteligencia artificial, estas instituciones han demostrado que la conservación del bosque puede (y debe) guiarse por datos, previsiones y respeto al conocimiento local.
Embrapa: tecnología apropiada con los pies en el bosque
La Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) es uno de los pilares de la ciencia nacional desde 1973. Reconocida internacionalmente, es responsable de innumerables innovaciones que impulsaron la producción agrícola en Brasil. Cabe destacar que si Brasil es una potencia agropecuaria, lo es gracias a Embrapa, una empresa productora de ciencia y tecnología, y pública. Pero su papel va mucho más allá. En la Amazonía, en particular, Embrapa actúa directamente con tecnologías dirigidas al monitoreo forestal, al uso sostenible de la biodiversidad y al fortalecimiento de las comunidades tradicionales.
Uno de los ejemplos más emblemáticos es el uso de drones con sensores de alta precisión para mapear los bosques. La iniciativa de Embrapa Amazonía Oriental tiene la capacidad de procesar hasta 2 mil hectáreas por día, reduciendo drásticamente el tiempo y el costo del monitoreo. Los datos recopilados alimentan el sistema NetFlora, un sistema de información cuyo objetivo es organizar, almacenar y poner a disposición datos sobre la flora de la Amazonía, sirviendo así como una base de datos taxonómicos y ecológicos de plantas amazónicas, contribuyendo a la investigación científica, a la conservación de la biodiversidad y al uso sostenible de los recursos naturales de la región.
INPE: satélites, algoritmos y previsión de la deforestación
Otra organización de la que podemos sentirnos orgullosos es el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), otra institución de excelencia de la ciencia brasileña. Desde 1961, actúa en diversos frentes de la investigación espacial, climática y ambiental. En lo que respecta a la Amazonía, el INPE es conocido por los sistemas DETER y PRODES, consolidados para consulta pública en la plataforma TerraBrasilis, que monitorean incendios y deforestación casi en tiempo real. Pero ahora la institución está yendo más allá del monitoreo: está anticipando la deforestación.
Gracias a una colaboración con universidades estadounidenses, científicos del INPE desarrollaron un modelo predictivo utilizando inteligencia artificial que anticipa las zonas de mayor riesgo de deforestación para el año siguiente. Utilizando el algoritmo Random Forest, el modelo analiza variables como el historial de deforestación, la infraestructura, la proximidad a áreas protegidas y los focos de calor. El resultado es impactante: el 66% de la deforestación registrada entre 2019 y 2021 ocurrió en 414 mil km² previamente identificados como prioritarios, mientras que el plan oficial cubría áreas mucho más amplias con menor eficiencia.
Este enfoque ofrece lo que Brasil más necesita: eficiencia basada en datos. Y también revela hasta qué punto la inacción política está desconectada de la capacidad técnica disponible. El bosque está gritando. La ciencia está escuchando. La pregunta es: ¿quién no escucha tan bien?
Tecnología frugal, territorio y soberanía: un análisis integrado
Las soluciones propuestas se basan en la definición de tecnología apropiada de E.F. Schumacher (1973). Para él, cuando una innovación está diseñada para respetar el contexto social, ecológico y económico del territorio, estamos ante una tecnología apropiada. Combinando alta tecnología y simplicidad operativa, estas herramientas no solo apoyan a los investigadores, sino que también tienen el potencial de capacitar a las comunidades para monitorear sus propios recursos. La ciencia brasileña ha mostrado que es posible combinar alta tecnología, saber tradicional y eficiencia territorial.
Tanto Embrapa como INPE están, cada uno a su manera, practicando innovación frugal: soluciones ingeniosas, accesibles y adaptadas a contextos de escasez. Según Radjou, Prabhu y Ahuja (2012), la innovación frugal se caracteriza por “hacer más con menos” y por poner las necesidades reales del territorio en el centro del proceso de innovación. No se opone a la alta tecnología, sino que la resignifica a partir del contexto.
En un escenario de crisis climática, pobreza rural y degradación ambiental, estos enfoques son más que deseables — son esenciales. Y al provenir de instituciones brasileñas, públicas y comprometidas con el bien común, representan también un acto de soberanía científica y ambiental. La tecnología deja de ser un producto de importación y pasa a ser una herramienta de emancipación.
Lo que Embrapa e INPE están diciendo no es solo “el bosque importa”. Están diciendo: el bosque puede enseñar, predecir, medir y guiar. Pero para eso, hay que escucharlo. Y quizás la próxima generación de innovación no venga del asfalto, sino de la tierra húmeda de la selva.
Referencias
- Radjou, N., Prabhu, J., & Ahuja, S. (2012). Jugaad Innovation: Think Frugal, Be Flexible, Generate Breakthrough Growth. Jossey-Bass.
- Schumacher, E. F. (1973). Small is Beautiful: Economics as if People Mattered. Blond & Briggs.
